El grado de felicidad que experimenta una persona en la vida cotidiana está en relación con el nivel de satisfacción que siente ante su día a día. La idea de hacer una pausa en el camino para reflexionar sobre los objetivos personales y profesionales, a veces, parece difícil de materializar en la práctica.
La agenda fluye al ritmo de las responsabilidades, los compromisos y las obligaciones. La urgencia y la prisa, en ocasiones, marcan el compás de las próximas horas. Sin embargo, un proyecto de vida es una planificación que va más allá del corto plazo. Un proyecto de vida sintetiza la esencia de la dirección en la que te gustaría dirigir tus decisiones en el ámbito personal y profesional.
1. Contextualiza tu proyecto personal
Más allá de cualquier deseo o expectativa, una meta tiene que ser realista. Por ello, es positivo que el guion se enmarque en el contexto desde el que partes. El desarrollo de un proyecto ilusionante no solo debe partir del análisis de las posibilidades, sino también de la comprensión de los límites. Las circunstancias también influyen en el contexto. Circunstancias que pueden analizarse desde el punto de vista económico, profesional, educativo, social y sentimental.