Uno de los valores más importantes de la Navidad es la generosidad. Sin embargo, con frecuencia tenemos un concepto equivocado de lo que implica ser generoso y darte a los demás. La verdadera generosidad es aquella que se manifiesta a través de una acción que supone un esfuerzo personal importante para quien la realiza. Por ejemplo, una persona que de forma frecuente es impuntual en los planes sociales, puede ser generosa al realizar el esfuerzo extra de llegar a ese plan con cinco minutos de adelanto. El valor del esfuerzo se muestra en tener la capacidad de hacer un sacrificio personal para ir en contra de nuestro propio límite.
Del mismo modo, una persona que en su comunicación interpersonal con los demás tiende a utilizar el contacto del correo electrónico o el whatsapp porque le roba menos tiempo que el teléfono, puede tener la atención de hacer una llamada de teléfono a sus familiares más cercanos para felicitar las fiestas de Navidad y charlar de forma distendida. Claro que toda acción que va más allá de uno mismo tiene un valor positivo, sin embargo, son más valiosas todavía esas acciones que por su dificultad nos suponen un reto para ir en contra de nuestro propio límite.