Las personas tenemos diferencias pero también, semejanzas muy importantes. Desde el punto de vista de la psicología existe un punto en común muy importante: el deseo de ser feliz, el anhelo interior de crecer como persona de un modo incondicional. La única diferencia reside en que cada persona encuentra su alegría en un fin diferente. Una persona solitaria aprecia los momentos de calma, mientras que a un líder le encantan los eventos de grupo. Esto hace que las relaciones personales sean tan fascinantes. ¿Qué es la felicidad?
El proceso de búsqueda interior que no termina nunca puesto que una persona de 80 años también tiene vivo su corazón con metas de presente. Aunque la felicidad no está condicionada por el factor edad, nuestro nivel de expectativas va cambiando. Seguramente, tus sueños de adolescencia no sean los mismos que tienes a día de hoy. Lo mismo ocurre a tus amigos. Por tanto, la felicidad es ese objetivo que se sustenta en valores e ilusiones que actualizamos de manera frecuente.
Conviene no confundir la felicidad con el sentimiento puesto que los sentimientos son cambiantes. De hecho, es probable que en un solo día tengas episodios de diferente tipo y vivas instantes de alegría, otros de enfado y otros de ilusión. Por tanto, la felicidad no está en la superficie de las cosas sino en lo profundo del vivir. Para alcanzar esta plenitud existencial debes aprender a mirar a aquello que está en la raíz de tu propia esencia.