El tiempo es uno de los bienes más importantes que tenemos en nuestra vida y, sin embargo, en muchos momentos lo perdemos de mala manera por no tomar conciencia de que esta historia de la vida no es eterna. Podemos perder el tiempo alimentando miedos, evitando dar el paso de salir de la zona de confort y, por supuesto, también podemos quedar enredados en amores que nos quitan más de lo que nos aportan. Existen muchos ejemplos de situaciones en las que pierdes el tiempo. Por ejemplo, cuando tu pareja o la persona que te gusta se eterniza en enviarte mensajes de whatsapp, no te confirma hasta el último momento el horario de las citas, o simplemente, sientes que las conversaciones que mantienes son totalmente frívolas y superficiales.
Tanto que dejan tu corazón vacío de ilusiones rotas. Sin embargo, en situaciones de este tipo, puede ocurrir que esperes y desarrolles una paciencia infinita, esperando el milagro de un cambio. Y la realidad es que en la mayoría de las situaciones de este tipo el tiempo no arregla nada sino que hace más evidente la incompatibilidad de intereses. Sin duda, el miedo al compromiso o falta de amor conduce a la lógica de una historia sin sentido a largo plazo.
Pierdes el tiempo cuando cada vez que vuelves a casa tras haber compartido una cita, te queda un sabor agridulce, una sensación amarga que se clava en tu interior haciéndote ver lo evidente: que por mucho que quieras mirar hacia otro lado, esa relación no va a ninguna parte. No todas las relaciones que se viven como un pasatiempo son una pérdida, al menos, se trata de una pérdida de minutos distinta. Si estás implicado afectivamente en una relación que a pesar de no tener mañana, tú alimentas esas ilusiones de futuro en tu mente, estás ignorando una realidad que tarde o temprano, se va a mostrar ante ti de un modo inevitable. Esto es distinto a que por alguna razón estés quedando con alguien sin otra expectativa que la de compartir algunos ratos en común.