En la ruptura de pareja cada quien sufre a su modo, sin embargo, quien vive la despedida en contra de su propio deseo es vulnerable de sufrir el síndrome del abandonado, es decir, de adoptar una actitud de víctima. Pasan los días y los meses, y sin embargo, es como si la ruptura se hubiese producido ayer porque la persona la revive cada día, habla del tema casi de una forma obsesiva. Tanto es así que incluso los amigos comienzan a estar un tanto cansados de escuchar la misma historia.
Quien sufre el síndrome del abandonado parece haber quedado a la deriva de su propia vida, sin encontrar su lugar en el mundo. Siente que, al romper con su pareja, ha perdido una referencia vital fundamental. De todo esto se concluye que quien vive como el abandonado, sufre más de lo que debe. Es decir, acumula un alto lastre de sufrimiento inútil ya que las personas lo pasamos peor a partir de las interpretaciones que hacemos de la realidad que con la realidad misma. Y como alejarse de alguien que no te quiere no es sencillo, ten paciencia, voluntad y esperanza. Porque todo pasa.
El síndrome del abandonado se alimenta de la autocompasión, el miedo a la soledad y la creencia de que es necesario estar en pareja para ser feliz. El lado positivo de todo esto es que cualquier persona puede cambiar su dirección vital para tomar conciencia del presente y no encasillarse.