Las personas pasamos tanto tiempo inmersas en nuestra vida laboral que, no es de extrañar que para muchos profesionales el lugar de trabajo signifique también algo más. Por ejemplo, ese lugar en el que se han enamorado de alguien con quien comparten proyectos de trabajo. Sin embargo, en este tipo de circunstancia, se produce una lucha interior habitual al ligar en la oficina.
Así como cuando te enamoras de tu mejor amigo puedes tener miedo de dar el paso por la angustia de que este hecho afecte a vuestra amistad, también puedes temer las consecuencias de tener una relación con un compañero si luego la relación no funciona. Sin embargo, conviene relativizar el temor porque si siempre te dejas condicionar por él, entonces, te paralizas. El temor debe ayudarte a ser más prudente.
El trabajo no solo puede ser ese espacio de rendimiento y metas cumplidas, también puede ser un lugar de flechazos y sentimientos. Las personas no somos máquinas. Es decir, un trabajador no deja su corazón en casa cada mañana cuando acude a su puesto para cumplir con sus tareas.