Existen dos tipos de dolor. El dolor físico muestra una molestia corporal que puede ser más o menos intensa. Este tipo de malestar puede producirse como consecuencia de una enfermedad o también, a causa de una lesión. Pero el dolor también puede ser anímico: una decepción personal, la soledad, la muerte de un ser querido, una ruptura de pareja, el desamor, una herida de amistad… Mientras que el dolor físico puede aliviarse en muchos casos con medicación y reposo, por el contrario, el dolor del alma requiere de unos cuidados distintos. ¿Cómo aliviar el dolor interno? ¿Cómo lograr la paz mental cuando algo te turba?
1. Existe una diferencia entre el dolor y el sufrimiento. El segundo comienza en el momento en el que te recreas en aquello que te ha dolido. No resulta sencillo pero conviene pulsar el piloto automático para frenar la rueda de las preocupaciones. ¿Cómo se consigue esto? Decidiendo alimentar de una forma consciente otros ámbitos de la vida y fijar la atención en otras ocupaciones más inmediatas.
2. Vivir el dolor es la única forma de poder superarlo. Es imposible superar un malestar emocional sin sentir el escozor que producen las heridas que van cicatrizando a partir de la medicina de las palabras de cariño que puedes decirte a ti mismo, la compañía de los amigos y el paso de los días y las semanas. El tiempo es saludable ya que nos ayuda a ganar otra perspectiva respecto de los problemas.
3. No te faltes el respeto a ti mismo, no te digas cosas que no te diría ni tu peor enemigo. El diálogo interno puede ser muy doloroso como consecuencia de la rabia, la culpa y el miedo. Tú eres responsable de tus decisiones pero no lo eres de las decisiones de los demás. Conviene recordar este punto cuando sufres por un conflicto personal.
4. Podemos hacer una montaña de un grano de arena. Hacer de esa gota que ha llenado el vaso la excusa perfecta para observarlo todo en negativo. ¿Qué puedes hacer entonces? Vacía ese vaso de todo aquello que sobra para hacer espacio a lo nuevo.
Algunas frases sabias de amor pueden inspirarnos para superar el dolor del alma: «Perdonar es el valor de los valientes. Solamente aquel que es bastante fuerte para perdonar una ofensa, sabe amar» (Mahatma Ghandi). A veces, la vida duele. Y sin embargo, sigue siendo igualmente bella la aventura de estar aquí y ahora, incluso con lágrimas en los ojos.