Cuando hablamos del concepto de felicidad, con frecuencia, pensamos en este sentimiento vivido en primera persona. Sin embargo, dada la esencia social y relacional de un ser humano, conviene recordar que una de las experiencias más profundas a nivel interno es desear hacer feliz a otra persona. Eso no significa que una persona se pueda utilizar como un instrumento en beneficio propio sino que el amor es generoso y desinteresado.
El deseo de hacer feliz a otra persona puede experimentarse en el ámbito de la familia, la pareja o la amistad. Es un deseo muy positivo para poner limites al individualismo que en ocasiones hace acto de presencia en el corazón humano en forma de egoísmo y de vanidad.