Cualquier persona ha tenido en algún momento de su vida algún fracaso sentimental aunque el grado de decepción varía dependiendo de la historia y de las circunstancias. La diferencia reside en la actitud con la que una persona acepta una situación. El gran error es convertir en un drama una anécdota como el desamor. Por ello, la mejor opción es vivir el presente tal y como viene, y no perder la esperanza en la humanidad por el hecho de haber tenido una decepción concreta con una persona que tiene nombres y apellidos.
No es cierto que todas las personas sean iguales, ni tampoco estás condenado a vivir sin pareja por el hecho, de no haber encontrado a tu media naranja a partir de una edad. Los únicos límites reales que tienes son aquellos que están en tu mente. Todo lo demás, es secundario.