El amor y la amistad influye en la conquista de la felicidad

Algunas personas cometen el error de medir la vida en función de la cantidad de tiempo y no en términos de calidad. La calidad del tiempo surge en todo aquel que se convierte en el verdadero protagonista de su historia y disfruta el presente como el máximo regalo. Cada ahora es una nueva oportunidad para observar la realidad desde un punto de vista optimista y esperanzador.

El amor y la amistad son dos ingredientes fundamentales en la elaboración de la receta de la felicidad. El amor nace como consecuencia del deseo previo que mueve a modo de impulso o atracción. La esencia interna del deseo es la conquista del otro ser como refleja cualquier juego de seducción. Si aquel que se ha enamorado es correspondido por el otro entonces experimenta gozo y alegría. En cambio, cualquier persona siente tristeza y rabia ante el desamor.Un desamor que por momentos produce una ruptura interna que en apariencia se muestra irreparable. Como explica el prestigioso psiquiatra español Luís Rojas Marcos, el ser humano se torna profundamente vulnerable ante este sentimiento que potencia la fragilidad y debilidad de la persona a la vez que exalta la emoción al máximo cuando este sentimiento se disfruta desde la reciprocidad mutua. Los momentos más plenos forman parte del núcleo personal, es decir, los éxitos profesionales no son los que más se recuerdan al final de la vida. El amor es un tesoro que surge en el momento más inesperado de forma impredecible.

La amistad es una forma diferente de amor que puede experimentarse en función de diversos grados que dependen de la confianza que se establece entre las dos personas. La confianza está directamente vinculada con la intimidad puesto que los amigos íntimos comparten mutuamente su mundo interior, fomentan la comunicación y desean el bien de otro. Los momentos alegres se disfrutan más en compañía de los amigos de tal forma que la propia alegría aumenta como consecuencia de la celebración.

Más allá del ritual que envuelve cualquier acto social, todo tipo de acontecimiento muestra la tendencia innata que existe en el fondo de cada ser para compartir su tiempo con aquellos que quiere. Del mismo modo, la tristeza disminuye mediante el consuelo y el cariño del prójimo que se transforman en una ayuda terapéutica y en un alivio infinito.

Conviene añadir que no sólo existe la amistad verdadera sino también aquella que se caracteriza por el interés y la utilidad. Este tipo de relación, al estar basada en el propio beneficio siempre es circunstancial y artificial, es decir, no perdura en el tiempo. La amistad verdadera y el auténtico amor requieren de reciprocidad, diálogo, empatía, generosidad y creatividad.

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Imagen tomada de la web Peiac.org