Existen historias cuyos inicios son complejos, por ejemplo, a una persona tímida le puede costar mucho tiempo confesar sus sentimientos y eso no significa que no sienta. Dejarnos llevar por la impaciencia de saber hacia dónde conduce un vínculo puede arruinar una potencial historia precisamente porque perdemos la esencia de la propia vida cuyo camino se desvela paso a paso. Si echas la vista al pasado te darás cuenta de que en tu vida han ocurrido muchas cosas que te sorprendieron en positivo y otras en negativo pero todas ellas muestran que cada cosa tiene su ritmo y su momento oportuno: date tiempo para tomar decisiones de amor.
¿Por qué nos dejamos llevar por la impaciencia? Existen distintos factores. En primer lugar, por el miedo a sufrir buscamos la comodidad que produce la seguridad de saber qué va a ocurrir. Además, la impaciencia también puede surgir como consecuencia de la edad: Una persona de treinta años tiene las cosas más claras en su mente que alguien de veinte. Por otra parte, la impaciencia puede definir el modo de ser habitual de una persona en la mayor parte de las áreas de su vida.