Tanto las parejas que se casan como aquellas que apuestan por la convivencia tienen que superar la prueba de fuego de la adaptación de una nueva situación. Lo cierto es que la convivencia diaria tiene muchos menos momentos románticos que los planes de novios. Por ello, conviene ser realista entendiendo que ningún resultado se consigue sin esfuerzo por ambas partes y sin respeto.
Cada persona tiene sus costumbres que ha ido interiorizando a través de la educación que ha recibido en su familia y de aquello que ha visto en casa. Y aunque pensemos que nuestro modo de hacer las cosas es universal, en realidad, existen tantas formas de interpretar una misma realidad como personas diferentes. Dos personas que inician su primer año de convivencia pueden discutir por detalles tan simples como si el otro ha tendido mal la ropa.