
El final de una amistad puede doler tanto como el desenlace de una historia de amor. Esa pérdida deja un vacío en el alma: por los momentos compartidos, aquello que queda pendiente y la distancia con la otra persona. Especialmente, el dolor crece, especialmente, cuando la decisión no se ha tomado por iniciativa propia, sino que ha surgido de forma externa. Es decir, es un amigo que, desde su libertad, decide dejar de serlo (tal vez ya ni siquiera se sentía identificado con ese rol). Cómo afrontar el duelo por una amistad rota: 5 consejos para sanar la herida.
(más…)