Tener una doble vida no es más que una forma de cobardía por la que una persona se queda estancada en un punto de insatisfacción y en lugar de tomar decisiones para resolver aquello que no le gusta, busca un plan B que se convierte en un parche. Un plan B que permanece oculto ante los demás.
Es decir, cuando una persona establece una relación secreta con un amante, vive desde la hipocresía de proyectar una imagen artificial ante los demás. Pero además, este tipo de decisiones también puede dañar a otras personas del entorno ante el engaño. Las consecuencias de llevar una doble vida son muy negativas.
Una persona que está llevando una doble vida debería preguntarse sinceramente: ¿Qué estoy haciendo con mi tiempo y qué podría hacer en el futuro para sentirme mejor conmigo mismo y evolucionar? ¿En qué me compensa tener este estilo de vida y qué decisiones debo tomar para ser honesto conmigo mismo y con los demás? Cuando una persona lleva una doble vida acumula una gran tensión interior porque la ocultación de detalles sencillos de la vida supone mantener un alto nivel de energía para no ser delatado en un despiste.