Existen dos tipos de dolor. El dolor físico muestra una molestia corporal que puede ser más o menos intensa. Este tipo de malestar puede producirse como consecuencia de una enfermedad o también, a causa de una lesión. Pero el dolor también puede ser anímico: una decepción personal, la soledad, la muerte de un ser querido, una ruptura de pareja, el desamor, una herida de amistad… Mientras que el dolor físico puede aliviarse en muchos casos con medicación y reposo, por el contrario, el dolor del alma requiere de unos cuidados distintos. ¿Cómo aliviar el dolor interno? ¿Cómo lograr la paz mental cuando algo te turba?
1. Existe una diferencia entre el dolor y el sufrimiento. El segundo comienza en el momento en el que te recreas en aquello que te ha dolido. No resulta sencillo pero conviene pulsar el piloto automático para frenar la rueda de las preocupaciones. ¿Cómo se consigue esto? Decidiendo alimentar de una forma consciente otros ámbitos de la vida y fijar la atención en otras ocupaciones más inmediatas.
2. Vivir el dolor es la única forma de poder superarlo. Es imposible superar un malestar emocional sin sentir el escozor que producen las heridas que van cicatrizando a partir de la medicina de las palabras de cariño que puedes decirte a ti mismo, la compañía de los amigos y el paso de los días y las semanas. El tiempo es saludable ya que nos ayuda a ganar otra perspectiva respecto de los problemas.